lunes, 10 de mayo de 2010

El silencio de los inocentes

El título recuerda a la famosa película dirigida por Jonathan Demme y estelarizada por Joddie Foster y Anthony Hopkins.

Ella, una investigadora del FBI que pacta con él, un peligroso criminal de insólitos perfiles psiquiátricos que le proporcionaría información para atrapar a otro asesino serial igual que él. A cambio, le ofrecían mejores condiciones de detención y una celda con una ventana para poder ver el cielo. En 1991 el filme ganó los Oscar a la mejor película, dirección, actriz, actor y guión. Linda evocación para los cinéfilos, pero para los jujeños, un argumento para "robar" un nombre que pinte la actualidad con total crudeza.

Jujuy vivió otro episodio que se guardará en las páginas negras. Las tropas "tupaqueras" (extraño gentilicio que define a los militantes de la agrupación Tupac Amaru) de la señora Milagro Sala, tomaron por asalto las instalaciones del Instituto de Vivienda provincial. Cientos entraron, ocuparon la presidencia, los baños, las oficinas de administración, las salas de reuniones, las cocinas.

Se instalaron y accedieron a las computadoras, revisaron archivos y expedientes. Mientras esto ocurría en el interior, otros tomaron la calle (en pleno centro, Güemes al 700) y quemaron al menos cien cubiertas en los dos días y medio que duró la ocupación. El hollín tiznó las paredes, entró en las viviendas y comercios, se coló por las ventanas del hotel Howard Johnson, del grupo Radio Visión Jujuy, de propiedad del senador Guillermo Jenefes (FPV). El motivo fue exigir seis millones de pesos para las cooperativas de trabajo de la Tupac Amaru, que según la piquetera kirchnerista, el Gobierno también kirchnerista de Walter Barrionuevo le adeuda desde hace meses. Echó leña al fuego la gestión oficial para apurar pagos a las empresas constructoras que reclamaron hace días por prolongados atrasos en los pagos de sus certificaciones de obra. El presidente y los vocales del IVUJUY miraron inertes la invasión y debieron permanecer de rehenes mientras se iniciaban trabajosas negociaciones para calmar a la piquetera.

Los inocentes fueron todos los jujeños, silenciosa y resignadamente obligados a ver su ciudad convertida en un escenario de guerra. Los comercios de la zona cerraron y perdieron muchas mercaderías y ventas. Del hotel los pasajeros emigraron discretamente en medio de centenares de manifestantes que rodeaban ollas populares donde hervían locro y guisos en la calle. La policía se limitó a cerrar el tránsito cuatro cuadradas a la redonda. Los fiscales del Poder Judicial se dedicaron a leer en el diario el desarrollo de los acontecimientos.

Muchos ministros, usando una frase que se hizo carne en la sociedad jujeña, "hacían la plancha", mientras el Gobernador confiaba en el presidente del bloque de diputados, Rubén Rivarola, la enésima gestión de buenos oficios para encontrar una salida. De los seis millones exigidos, en la madrugada del jueves se entregaron dos. Y la piquetera, disconforme pero satisfecha, hizo "clinck caja" y retiró sus tropas. Reinstalada la calma, los inocentes, en silencio, iniciaron la limpieza de veredas, calles, vidrieras, paredes. La oprobiosa mansedumbre se justifica en el miedo a las hordas, en la ausencia de autoridad del Gobierno, en la desprotección con que la Justicia responde a los ciudadanos. La señora Milagro, ese producto que alumbraron y utilizaron Kirchner, Fellner y Barrionuevo, hoy es incontrolable y les respira en la nuca cuando se le da la gana.

Luego de hacer declaraciones amenazantes en los medios adictos, voló a Buenos Aires, donde en la controvertida Feria del Libro una periodista porteña presentaba un libro sobre su vida y obra. La exégeta de la piquetera se perdió este último capítulo de una persona que con métodos olvidables y el temor de las autoridades y la gente se va forjando un lugar en la historia provincial. En Jujuy, el silencio de los inocentes, aunque sin asesinos seriales, también está urgiendo mejores condiciones de vida y una ventana que les permita ver un cielo sin humo de gomas tapando el sol. La dirigencia política es la única que no se dio cuenta todavía.

El Tribuno de Salta, 2 de mayo de 2010.

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